A lo largo del siglo XX se han producido profundas transformaciones en las concepciones filosóficas y estéticas que respondían a las nuevas necesidades sociales de cada momento. En Arquitectura, este periodo se caracterizó por la búsqueda de nuevos caminos que permitieran escapar del callejón sin salida que representaban los «revivals».
Denominamos
pues arquitectura moderna al conjunto de corrientes o estilos de la
arquitectura que se han desarrollado en todo el mundo a lo largo del siglo XX.
A pesar de que pueda prestar confusión, el término se refiere a las
producciones arquitectónicas contemporáneas y no a la arquitectura de la Edad
Moderna. Tenemos pues una revolución en el mundo del arte entendida como
algo estilístico y no cronológico, caracterizada fundamentalmente por la simplificación de formas, la ausencia de ornamento y la renuncia consciente a la composición académica clásica, sustituida por una estética referida a las distintas tendencias del denominado arte moderno, que engloba el cubismo, expresionismo, neoplasticismo, etc.
algo estilístico y no cronológico, caracterizada fundamentalmente por la simplificación de formas, la ausencia de ornamento y la renuncia consciente a la composición académica clásica, sustituida por una estética referida a las distintas tendencias del denominado arte moderno, que engloba el cubismo, expresionismo, neoplasticismo, etc.
Las características generales resaltantes de este
período, con base de inspiración en algunos aspectos de la arquitectura clásica
son: la simplificación de sus formas, su máxima utilidad en ser funcional, bien
sea artística o habitacional (“la forma sigue a la función”), el empleo de
nuevos materiales industriales como acero, hormigón y vidrio, expresiones
discretas, misma jerarquía de detalles y uso de elementos repetitivos,
excepción del ornamento como adorno, armonía con el entorno, principalmente.
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