sábado, 12 de enero de 2013

Desapercibida. Mimetizada. Adaptada. Ordenada. Entendida.

Lo moderno se expresa en esta casa, no como la regularización y estandarización del vivir, sino en la manera como la casa se mimetiza y se adapta al orden ya preestablecido, demostrado en que la casa se encuentra confinada entre la naturaleza en horizontal y por el cielo y la tierra en vertical, la casa se vuelve parte del lugar. En esta casa se demuestra que la arquitectura no necesariamente se puede, ni debe, adaptar solamente a las necesidades humanas, sino también se puede y debe adaptarse a las necesidades de la naturaleza, dando así una pauta simbólica a los desarrollos de la arquitectura sostenible.




La propuesta moderna y novedosa que Louis Kahn realiza y se refleja en la foto, se basa en entender el mundo en el que vivimos (el orden natural), aquella condición que la mayor parte de la arquitectura dejó en el olvido cuando llegó la industrialización y el nuevo modo de vivir. La naturaleza se entiende en la casa Fisher no como un enemigo el cual ataca algo que no es de su comprender, todo lo contrario, se entiende como aquel que le da el carácter de ser como es.




Orden único que da el lugar, que obliga a crear una arquitectura adaptable al medio, representado ya desde los materiales: la piedra como basamento, y la madera, parte física de los arboles; el basamento de piedra que en la fotografía se ve rugoso son las bases del edificio, en analogía, las raíces son las bases de los árboles; y la madera en el edificio es el artificio (creado por el hombre) del árbol. Esta es otra pista que Kahn deja en la casa Fisher para entender la forma de ser de la forma con base en donde esté.

Entonces, se puede entender que hay un fuerte combate que crea Kahn para defender la naturaleza contra la industrialización que viene consumiéndola como producto material. Kahn reorienta esa mirada desde la conciencia y desde entender a la naturaleza como elemento contemplativo y arquitectónico. Ser moderno no necesariamente significa hacerle una “apología” a la máquina, en cambio es seguir aquél orden puro, simple y perfecto, totalizándolo parcialmente en nuestras vidas, este orden es sencillamente para Kahn esa naturaleza acogedora y apreciable que desde antes de que el hombre tuviera razón ya estaba ahí. 



La casa Fisher encuentra su perfección (en cuanto a entender el lugar) cuándo se pierde en el ambiente, pasa desapercibida, es decir, se apropia de la alienación que poseen los entes alienados del lugar, desde las casas vecinas y los árboles aislados que forman un conjunto.

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